Fuerza para soportar: En 1889 el excéntrico filósofo Friederich Nietszche estaba caminando por la ciudad de Turin cuando se detuvo frente al conductor de un carro que azotaba con furia a su caballo. Al ver esa escena dicen que, con lágrimas en los ojos y mientras la gente miraba asombrada, el filósofo abrazó al animal salvándolo de la brutal golpiza. Luego, a poco de suceder esto, fue internado en una clínica psiquiátrica donde permaneció aislado del mundo hasta llegar su muerte. De haber ocurrido esta incomprobable anécdota, se la puede interpretar como el derrumbe de la lucidez o como el último gesto heroico de una vida que, consagrada a la búsqueda de los medios para alcanzar la verdad, finaliza en desesperación por su fracaso. Otra lectura frente a una reacción así de exótica, o imprevisible, es observarla como un acto poético que tiene la intención de sobrellevar una época, cuando en ella la excesiva racionalidad y el ejercicio violento del poder son la justificación de la sociedad y su progreso.